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Los hipopótamos adoran el agua, razón por la cual los griegos los llamaron «el caballo del río». Pasan hasta 16 horas al día sumergidos en ríos y lagos para mantener la temperatura de sus enormes cuerpos bajo el cálido sol africano. Los hipopótamos son agraciados en el agua, buenos nadadores y pueden aguantar su respiración bajo esta hasta cinco minutos.
Sus ojos y las fosas nasales se encuentran en lo alto de sus cabezas, adaptación que les permite ver y respirar, mientras se encuentran sumergidos.
Los hipopótamos también segregan una sustancia roja aceitosa, que dio lugar al mito de que sudan sangre. El líquido es en realidad un humectante de la piel y protector solar que también puede proporcionar protección contra los gérmenes.
Al atardecer, los hipopótamos abandonan el agua y se adentran en la tierra para pastar. Pueden viajar hasta 10 kilómetros en una noche para consumir 35 kilos de hierba. Teniendo en cuenta su enorme tamaño.
Los hipopótamos pesan unos 45 kilos al nacer. Cada hembra tiene solamente cría cada dos años. Poco después del nacimiento, la madre y el joven se unen a las escuelas que proporcionan cierta protección contra los cocodrilos, los leones y las hienas.
Es una especie nativa del este de África, clasificada como exótica invasora en Colombia en el 2008, esto debido a su resistencia a una gran variedad de ecosistemas, al consumo de muchos tipos de plantas, líquenes, materia orgánica en descomposición y heces de animales, y a su alta tasa reproductiva.
Alcanzan su madurez sexual en menos de un año, los órganos masculinos maduran entre 5 y 12 meses, los órganos femeninos tardan un poco más.
El promedio de vida es entre 3 y 5 años, pero algunos reportan edades de hasta 9 años.
Los individuos adultos tienen órganos sexuales masculinos y femeninos, pero requieren copulación recíproca para producir huevos viables. Estos caracoles almacenan esperma y es usada para fertilizar huevos repetidamente, tras solo una copulación.
Es una especie noctura, se pueden activar si el suelo está húmedo y cálido.
Se considera como una plaga importante en la agricultura, se le conoce devastaciones en plantaciones de banano, papaya, café, maní, jardines y huertas caseras.
Sumado a lo anterior, desplaza a otras especies, como caracoles nativos por competir por el mismo hábitat.
Además, tiene consecuencias sobre la salud pública, porque es hospedador intermediario de varios nemátodos (Angiostrongylus cantonensis y Angiostrongylus costaricensis), causantes de meningoencefalitis eosinofílica y angiostrongilosis abdominal.
Es una especie policromática, puede variar de color oliva oscuro a verde pálido.
Extremidades posteriores con cinco dedos, unidos por una amplia membrana interdigital, mientras que las extremidades anteriores poseen cuatro dedos separados.
Es un anfibio de gran tamaño de entre 10 y 20 cm de longitud del hocico a la cloaca y un peso entre 60 y 900 g.
En los machos el tímpano tiene un diámetro mayor que el ojo y presenta un borde oscuro; en las hembras es del mismo tamaño que el ojo.
La rana toro se asocia a ambientes acuáticos y semiacuáticos. Requiere de una fuente permanente de agua. Prefiere cuerpos de agua estancados con vegetación acuática. Puede establecerse con éxito en charcas, lagos, depósitos de agua, pantanos, oasis, márgenes de corrientes, zanjas de irrigación y lagos artificiales.
Su reproducción es sexual con fertilización externa, en la cual los huevos son fecundados a la vez que son depositados en el agua. Las masas de huevos, que varían entre 10000 y 25000 huevos, permanecen flotando durante el primer día para posteriormente sumergirse al fondo del estanque hasta el nacimiento de los renacuajos.
Los individuos adquieren la madurez sexual a los 2 años de edad, pero esto varía de acuerdo a la latitud y el clima.
Los renacuajos se alimentan de algas, detritus, plantas acuáticas y algunos invertebrados.
La rana toro es capaz de viajar por tierra grandes distancias, pudiéndose dispersar en toda una cuenca a través de la colonización de sus diferentes cuerpos de agua.
Esta especie exótica invasora tiene la capacidad de transmitir patógenos como el hongo Batrachochytrium dendrobatidis, cuya infección puede resultar mortal para otras especies de anfibios nativos que no tienen defensas naturales contra el patógeno.
